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A PONER ATENCIÓN!!!
Inflación uruguaya: el regreso
FANNY TRYLESINSKI
La inflación irrumpió en el Uruguay en la década del 50 y lenta pero persistentemente se instaló como un fenómeno permanente. En las tres décadas siguientes el incremento promedio del IPC de los 10 años no bajó del 50%, en algunos años llegó incluso a superar el 100%.
La inflación era un problema de América Latina toda, que tenía como causa fundamental las políticas macroeconómicas erradas e inconsistentes que llevaban a cabo los gobiernos. En nuestro país se ensayaron varios planes de estabilización que terminaron sucumbiendo ante errores e inconsistencias de política económica. En 1959 el primero, en 1968 con la congelación de precios y salarios el segundo, en 1978 el tercero con la implementación de un sistema de tipo de cambio prefijado; «la tablita». Ninguno terminó bien.
En la década del 80, una vez recuperada la democracia, el principal desafío en lo económico era la reactivación y la mejora en las condiciones de vida de la población severamente afectadas por la crisis de 1982. La inflación se situó en el quinquenio en alrededor de 70%, guarismo absurdo mirado al día de hoy, pero comparado con las cifras de tres dígitos o más de nuestros vecinos, nos convertía en una especie de oasis de estabilidad.
Finalmente, a comienzos de la década del 90, durante el gobierno del Dr. Lacalle se implementó un plan de estabilización continuado por el gobierno siguiente y que logró en menos de una década llevar la inflación a una tasa menor al 10%. Si bien el plan tuvo algunas consecuencias no deseadas, el objetivo se cumplió.
La crisis del 2002 obligó a abandonar el sistema cambiario vigente pero, a pesar de la virulencia de la crisis, se implementaron las medidas adecuadas para que, salvo en algunos meses específicos de ese año, los guarismos estuvieran dentro de lo razonable y no se tirara por la borda el esfuerzo que se había realizado en la década anterior.
Por esa época, la inflación era pasado también para la mayoría de los países de la región, y las preocupaciones se centraban más que nada en mantener los equilibrios macroeconómicos y dotar de mayor eficiencia a las economías. El gobierno que asumió en el 2005 encontró un país que ya había retomado la senda de un vigoroso crecimiento y donde la inflación no era un problema. Sin embargo, la misma dio un salto respecto a los guarismos anteriores al 2002.
Pero es en el actual gobierno, donde la inconsistencia de políticas comenzó a hacerse sentir con más fuerza sobre la inflación, obligando a tomar medidas que influyen negativamente en la competitividad de nuestra producción u otras que con la creatividad lingüística que caracteriza a las autoridades, denominan «heterodoxas». Así, se implementó la genialidad de eliminar en el mes de diciembre los cargos fijos de la tarifa de energía eléctrica para forzar una caída en el rubro gastos de vivienda y lograr así un IPC negativo que permitiera cerrar el año un poco más lejos del temido 10%. Pan para hoy y hambre para mañana. La inflación de enero será récord al alza.
No podemos negar la inspiración de la que hace gala nuestro equipo económico, aunque con ella no pudo evitar el tercer lugar en materia inflacionaria en América Latina, apenas después de Argentina y Venezuela, dos países cuya política macroeconómica no pasa el examen de la sensatez.
El País Digital